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FREIJEIRO

 

«RAFAEL FREIJEIRO CARRERA» [Vigo, Pontevedra, 1958]

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Comenzará a dibujar casi instintivamente, a muy temprana edad, probablemente alentado por su padre, buen dibujante, poeta, persona de acusado espíritu artístico. No obstante, se considera autodidacto. Su inicial participación en muestras de arte la hizo en la denominada Arte Xoven Galega, en Vigo, y al ser seleccionado entre una amplísima concurrencia de noveles se sintió estimulado a continuar pintando. Se vincula al colectivo Assi, reunión de artistas jóvenes en el barrio antiguo vigués, con el que celebra su primera exposición individual en 1992. Inquieto, sigue buscando modos de darse a conocer y participa en certámenes en toda Galicia y salta a Portugal. Envía obra a concursos de Granada y Toledo. Entre tanto, prosigue sus muestras personales, en Vigo, Madrid, A Coruña, Tui, Pontevedra y Ourense. Su pintura forma parte de colecciones institucionales de Galicia, Madrid, Ourense, Pontevedra y Portugal. Le atrae el mural, que realiza, con su peculiar dinamicidad y cromatismo casi exultante, en establecimientos públicos, de alguno de los cuales llega a ser emblemático. Antes de centrarse en un expresionismo sinóptico, que va desnudando progresivamente, en busca de una esquematicidad muy lírica, pasa por etapas de pura abstracción en las que le preocupa la materia. Se aproxima al «pop», si bien desde una tradición dilatada que puede tener raíces en Goya y continúa en en artistas tan diversos como Turner, los post impresionistas, especialmente Cezánne, Chagall y los expresionistas alemanes de entreguerras, en concreto Grosz, aunque en definitiva está muy lejos de la acritud casi cáustica del germánico. Indudablemente, el mundo del «comic» está presente en la obra de este artista vigués, aunque como punto de partida, para expresiones en las que late un barroquismo de signo vitralista, tarea que aún no ha acometido, pero en la que sin duda lograría expresiones muy personales, ya que sus ámbitos están como compartimentados en el conjunto firme, abigarrado, casi avasallador de sus superficies planas, en azules, carmines, amarillos, contorneados por líneas negras de trazo muy firme. Con frecuencia, inscribe en esos grafismos objetos determinados y concretos, a modo de imaginarios «collages». Late en la pintura de Freijeiro, y a veces está explícita, una intención social y hasta planfletaria, sin que por ello se quede en la mera anécdota. Ironía, sugerencia caricaturesca, sí, pero anegada al fin de ternura, de amabilidad. Sus seres son esquemáticos, de miradas ausentes o alucinadas, y sus paisajes llegan al frontalismo muralista de manera deliberada, anegante, como en la gran pintura mejicana. En sus últimas muestras ha presentado bodegones en los que esa densidad definidora está superada, para ser mucho más esquemático, acentuando su lirismo implícito, con la referencia de Matisse.